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Ubicada a 206 kms. de la capital, Quetzaltenango es la segunda ciudad de Guatemala. Con una población aproximada de 150 mil habitantes, cuenta con una población indígena K’iche’ y Mam que constituye el 65% de la misma. El 32% son mestizos y el 3% son extranjeros domiciliados en la misma. Conocida también por su nombre indígena de Xelajú, la ciudad ha mantenido durante décadas su vocación cultural y educativa, habiendo sido nombrada por el Parlamento Centroamericano en el 2008, Capital Centroamericana de la Cultura. En Quetzaltenango funcionan ocho universidades y sedes universitarias, de cuyas aulas han egresado políticos, activistas sociales e intelectuales importantes para el quehacer intelectual y el desarrollo guatemalteco.

El MPC decidió incluir a Quetzaltenango entre las sedes para las Jornadas de la Memoria, a fin de contar con público urbano y estratégico, ya que la ciudad, dada su naturaleza política y social, podría ser de gran ayuda al aportar su visión sobre el CAI. Por otro lado, como parte del consejo directivo del MPC, se cuenta con dos personas originarias de dicha ciudad: Otilia Lux de Cotí, quien fuera una de las tres integrantes de la Comisión del Esclarecimiento Histórico, y el empresario local, Roberto Gutiérrez. Ambos han fungido como miembros destacados y activos en el proyecto y en la organización de las Jornadas. Éstas se llevaron a cabo del 15 al 17 de mayo del 2014 en el Centro Intercultural de Quetzaltenango -CIQ-, localizado en instalaciones que durante el CAI, sirvieron de albergue para el destacamento militar de la ciudad. Ahí, al igual que ocurrió en el edificio que hoy ocupa el AHPN, en la ciudad de Guatemala, tuvieron lugar diversos crímenes y violaciones a los derechos humanos por parte de miembros del mencionado destacamento.

Dicha situación otorgó a las Jornadas un valor simbólico especial, como reivindicación de la conciencia y de la memoria histórica. Este edificio, compuesto de una enorme galera y diversas oficinas, alojó durante la década de 1930, la estación del antiguo ferrocarril eléctrico de Los Altos que, luego de tres años de funcionamiento, dejó de circular debido a los estragos causados por un temporal en las vías y a la negativa del gobierno del General Jorge Ubico (1931-1940) de reconstruirlas. Posteriormente, se instaló ahí la Base Militar de Quetzaltenango, que jugó un papel represivo durante el CAI. Después de los Acuerdos de Paz el edificio pasó a manos de la municipalidad y éste fue administrado por el consejo del CIQ, cuyo presidente es Roberto Gutiérrez.

Dicho consejo debió reconstruir las instalaciones pues, tras la orden de traspaso emitida por el presidente Berger en el 2004, fueron gravemente dañadas por los militares. Desde entonces el CIQ ha trabajado para convertirlo en un centro cultural donde puedan llevarse a cabo actividades culturales, artísticas y deportivas. Hoy día, el edificio alberga un museo del ferrocarril y un museo del traje indígena, así como espacios para la desarrollar eventos comerciales y espectáculos privados, que les permiten obtener ingresos para sostener el proyecto. A diferencia de Rabinal y San Cristóbal Verapaz, en Quetzaltenango no existen organizaciones de víctimas o de sobrevivientes del CAI ni organizaciones de derechos humanos vinculadas con el tema, por lo que no fue posible establecer alianzas en la ciudad, a fin de contar con colaboradores para las Jornadas. En su lugar se contó con el apoyo de la municipalidad quetzalteca y de la Casa de la Cultura de Occidente. Debido a la extensión de la ciudad y al mayor número de población, debió hacerse esfuerzos más grandes para difundir el evento.

La comuna y otros colaboradores locales facilitaron sus contactos con diversos medios de comunicación, a fin de contar con cobertura previa, durante y posterior al evento. Entre los esfuerzos de difusión que se hicieron, se contó con entrevistas radiales, televisivas y de prensa. El día 8 de mayo del 2014, Julio Solórzano Foppa y Roberto Gutiérrez, participaron en el programa de opinión “Entorno”, transmitido por Cable DX, que abarca las ciudades de Quetzaltenango y Totonicapán. Dicho programa cuenta con cinco retrasmisiones en diferentes días y horarios. Previo a las Jornadas, también se efectuaron visitas a los estudiantes de la Universidad de San Carlos y Rafael Landívar, ambas en su sede de occidente, con el fin de invitarles a formar parte y participar de las actividades que tendrían lugar durante la celebración de las Jornadas. Durante las Jornadas también se logró un acercamiento con el Centro Ecuménico de Integración Pastoral -CEIPA-, institución que brinda educación, alimentación y salud a niños y adolescentes trabajadores de los departamentos del país.

Con ellos se acordó a su vez, que los alumnos del centro participaran también en las actividades, quienes constituyeron un componente importante del público a las mismas. Esto permitió que las Jornadas y sus actividades sirvieran como “semillero” de información y conciencia de nuevas generaciones que, ignorantes ante lo ocurrido en el pasado inmediato de su comunidad, se mostraron sorprendidos al descubrir los graves crímenes que ahí habían acontecido. También hasta Quetzaltenango fue llevada la exposición itinerante “Entre el Archivo y el Memorial, dos espacios de memoria”, la cual fue instalada en la sala principal del CIQ. En el área cultural se contó con la colaboración de Dorian Bedoya, del colectivo artístico Caja Lúdica, con sede en la ciudad de Guatemala, quien brindó su apoyo contactando a algunos grupos artísticos. Bedoya también impartió un taller a los integrantes de la asociación Metáfora, la cual está compuesta por jóvenes escritores que, año con año, son los encargados de organizar el Festival Internacional de Poesía de Quetzaltenango, que cuenta con gran prestigio a nivel latinoamericano.

Alumnos de la Escuela Regional de Arte Humberto Garavito y su director, también asistieron a las actividades de las Jornadas. Se contó con un guía maya espiritual, quien bendijo la ceremonia inaugural y llevó a cabo la invocación, solicitando permiso a los cuatro puntos cardinales para poder efectuar las Jornadas. Se contó con el apoyo de Jorge Raúl Rodríguez Ovalle y Ernesto Pacheco, concejal de cultura y asesor de políticas públicas culturales de la comuna respectivamente, quienes brindaron ayuda durante la ejecución de las Jornadas. Al igual que en Rabinal y en San Cristóbal, se entregó una computadora, en este caso, a la Casa Municipal de la Cultura, con el afán de que los pobladores puedan llevar a cabo las consultas respectivas, relacionadas con sus familiares o vecinos, cuya información se encuentre entre los documentos del AHPN.

Por su parte, la FAFG a través de su subdirector José Suasnávar, dictó varias conferencias, con la finalidad de dar a conocer el trabajo de la institución, tanto en la recuperación de los restos de víctimas del CAI como en la identificación de éstos. Dado que días antes de la celebración de las Jornadas, el Congreso de la República de Guatemala había dictado un acuerdo legislativo según el cual se negaba la existencia del genocidio en Guatemala, los asistentes a las charlas impartidas hicieron muchas veces referencia a este hecho durante el espacio de preguntas.

En una sociedad acostumbrada al silencio, es interesante constatar cómo, poco a poco, va surgiendo una conciencia colectiva, una memoria de lo ocurrido en Guatemala durante su historia reciente y un interés sobre los hechos presentes, vinculados a esa historia. Los jóvenes, en cambio, reconocieron en su mayoría desconocer los hechos ocurridos durante el CAI, por lo que las Jornadas y la exposición itinerante llamó mucho su atención e hicieron muchas preguntas. Algunos familiares de víctimas del CAI se acercaron al CIQ y manifestaron sentir aún mucho dolor por lo ocurrido en dicho lugar, el cual todavía representa una etapa histórica vivida por los habitantes de Quetzaltenango y que, a la fecha, no ha sido superada por la colectividad, en la que aún pervive el miedo a la violencia reciente. Durante las Jornadas también hubo proyección de películas relacionadas con la memoria histórica y el CAI.

A diferencia de lo ocurrido en los municipios de Rabinal y San Cristóbal Verapaz, donde la concurrencia estuvo conformada en gran parte por víctimas o familiares de víctimas del CAI, en Xelajú el público estuvo formado mayoritariamente por estudiantes, maestros, artistas y habitantes del área urbana, cuyos intereses y requerimientos fueron evidentemente distintos. No obstante, la falta de organizaciones de derechos humanos que pudieran haber sido socios locales, fue una desventaja al momento de desarrollar las Jornadas, ya que no se contó con retroalimentación de personas conocedoras del lugar y de la población. Por otro lado, pese a la asistencia menos numerosa con que se enfrentaron estas Jornadas, existió mucha más cobertura de medios de comunicación antes y durante las mismas, cosa que no sucedió en las anteriores Jornadas. Se calcula que se contó con la afluencia de unas 500 personas en total a las actividades de las Jornadas de la Memoria en Quetzaltenango